sábado, 1 de mayo de 2010

El placer de la muerte


La muerte nos emite mensajes sórdidos obligándonos a gozar de nuestra corta y eterna existencia. La finitud del mundo da paso a la singularidad, a la experiencia de aquello irrepetible que el tiempo salvaguarda en una caja de Pandora para protegerla de la curiosidad humana. La muerte es buena, necesaria y épica.
Borges nos presentaba en su relato La ciudad de los inmortales una serie de personajes homéricos incapaces de gozar de una vida eterna que se les ha convertido en una pesadilla sin fin, porque la falta de finitud, la ausencia de la muerte, se lleva con ella la singularidad de las experiencias, el gozo de vivir un momento que se sabe irrepetible. Por eso, el hedonismo, el vivir por el placer, necesita a la muerte a la vez que la ve como su máxima enemiga porque pone punto y final a la vida del homus placerus.
No nos equivoquemos, los que tenemos ciertos dejes hedonistas deberíamos hacer una apología constante de la muerte porque gracias a ella cada día es una fiesta. Dicho esto, reivindico un día al año en homenaje a la muerte porque, debido a su melodía muda, cada hora que pasa nos sentimos más vivos.

1 comentario:

  1. Me encanta esto!!! Tienes toda la razón lo que hace especial un momento es que nunca más lo volveras a vivir. A partir de ahora prometo ser un hedonista de cabo a rabo para poder disfrutar al máximo de esta vida única, irrepetible y maravillosa. Aquí también podrías poner el lema de "Carpe Diem" el de vivir el momento al máximo por que este es único y esta vida es irrepetible.

    viva los hedonistas!!! Carpe diem a todas!!!

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