El viejo Clint mira por la ventana buscando una vez más la historia de una redención. La trama olvidada donde el perdón sea el hilo conductor que nos lleve al momento de comunión perfecta del personaje con sí mismo. Su vida no autorizada está llena de momentos escondidos detrás de carteles de privacidad, donde el joven Clint, sin la experiencia de este viejo cowboy que deambula por los rincones de ayer viéndose culpable de sus faltas, llevaba las personas al límite para ver realzado un orgullo vacío y barato.
La madurez de Clint Eastwood director viene con sus abundantes películas acerca de personajes que a diferencia de Harry el Sucio, quieren ajustar cuentas consigo mismo, con sus pasados sórdidos que les han llevado a un presente sin más porvenir que aprender convivir con sus fantasmas pretéritos. Clint hace películas propias de áquel que quiere reivindicarse como persona.
La madurez de Clint Eastwood director viene con sus abundantes películas acerca de personajes que a diferencia de Harry el Sucio, quieren ajustar cuentas consigo mismo, con sus pasados sórdidos que les han llevado a un presente sin más porvenir que aprender convivir con sus fantasmas pretéritos. Clint hace películas propias de áquel que quiere reivindicarse como persona.
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