miércoles, 9 de junio de 2010

El absentismo religioso


La pared repleta de botellas tiene una colección de ímagenes de la Virgen que nos echa en cara nuestra devoción perdida y las consecuencias de nuestro escepticismo moral posmoderno. La absenta va recorriendo con la lentitud del veneno serpentil, unas gargantas agnósticas de un futuro mejor y devotas de un pasado idealizado por la precariedad de un presente mediocre. Siempre estamos los mismos, el profesor de universidado obsesionado en Lord Byon y su literatura del mal, el repartidor de condones enamorado de la dependienta de un sex shop barato, el hijo de la vecina maltratado por un padre alcohólico y un perro loco, una antigua novia de las adolescencia que me persigue para echarme en cara mi fracaso sentimental provocado por un exceso de mujeres fatal, y sobretodo, el camarero, nuestro guía moral hacía el cielo de los bebedores absentistas.
Al final de la noche, cuando la ebriedad gana cancha a la temida sobriedad, uno se acerca a los compañeros del túnel de la noche y les dice en voz baja para no despertar la sensatez, que tenemos un problema de absentismo religioso. Las carcajadas y los gritos de "Viva el poeta" vuelven a llenar el vacío de nuestro enésimo sábado nocturno contemplado irónicamente por la imagen de la Virgen de Guadalupe. Una noche más, un día menos.

sábado, 5 de junio de 2010

El llanto melancólico de Silvio Rodríguez


Más allá de la canción, de su voz mística con textos profanos, pervive dentro de mi todos los abriles invernales, el llanto de Silvio Rodríguez llorando a la amada perdida por la ambición de encontrar la utopia de una amante perfecta en un mundo distinto. Mi fracaso amoroso lo debo a los acordes melancólicos de Silvio y a mi intento de convertirme en un poeta maldito para poder seducir a mujeres fatal con mi rostro vendido a la derrota.
Pero en Silvio el llanto es triumfo, es la sonrisa irónica del fracasado que se sabe vencedor, la mirada alegre del que quiere dar la imagen de desespero porque se sabe distinto a los demás, y solo llorando puede disimular su excelencia. Este engaño del cantautor lo comprendí a los treinta, cuando todas las mujeres de las que había estado enamorado ya estaban casadas con economistas brillantes y abogados sin estómago. Ahora, a día de hoy y pagando las consecuencias de los días de ayer, sólo me queda el consuelo de saber que no tendré descendencia y pasaré a la posteridad como el modelo único de una especie condenada al olvido por el llanto de Silvio Rodríguez

miércoles, 2 de junio de 2010

Mercancía intelectual


Cuidado porque te ven como mercancía, como un pedazo de carne que pueden utilizar para uno de sus actos propagandísticos. La democracia de partidos ha hecho una nueva revisión del hombre masa, la identidad de la persona yace adormecida en los laureles de la razón para dar fuerza a la multitud como ser individual, como resumen de distintas vidas que viven sujetas a la voluntad del ente abstracto del partido. El sistema de partidos rechaza la individualidad, la revisión de las ideas, la necesidad de hacer prevalecer las convicciones por aquello que es políticamente correcto, y tú, eres un pedazo de carne que tiene precio. En cierta forma, es una revisión de la prostitución, se aprovechan de ti por necesidad, en este caso, por la urgencia de sentirte libre, que tienes voz, que influyes en las decisiones de tu país. Demagogia? Quizás sí. Así pues, vamos empatados.