lunes, 31 de mayo de 2010

La felicidad de los días impares


Soy feliz porque los días impares no existo. Dimito de la vida. Abdico del ejercicio de vivir. Los años bisiestos son los mejores porque tengo un día más para transitar por la calle sin rumbo, observando los rostros de mis conciudadanos entre la sorpresa y el desamparo del que se encuentra en territorio comanche y no sabe como salir indemne.
No pienso. No deseo. No nada. Sencillamente espero que algo ocurra sin dar ningún atisbo de resistencia a la realidad. La tomo tal como llega. Sin pedir. Sin alegrías. Sin quejas. Estoy muerto para poder estar más vivo. No respiro para poder respirar más hondo el día de mañana. Todo es una cuestión de cálculo y supervivencia. Dejar de existir para poder vivir en toda mi plenitud. En fin, mañana ingreso en el sanatorio mental construido a la playa donde se hizo el desembarco de Normandía y estoy preocupado porque dicen que en los lugares cerrados pierdes la conciencia del día en el que te encuentras, y la verdad, tengo pánico en no reconocer los días impares.

miércoles, 26 de mayo de 2010

La verdadera Pasionaria


La vieja anda desparramada pateándose el barrio por los cuatro costados. Acompañada de sus roñosos gatos, observa sus vecinos universitarios pensando que la guerra no entiende de neutralidades. El relativismo es fruto del miedo, se dice a sí misma mientras recoge una estampa rota y húmeda de San Pancrasio para regalarla al peor postor. Las convicciones van siempre hacía delante, la duda nos hace deambular sin rumbo fijo, como el navegante desesperado que mira el horizonte des de la proa esperando en su singo mágico del océano para decidir dirigir el timón.
Dicha mujer que conserva en su mirada soberbia de familia burguesa, el atisbo señorial de una seductora anónima, cada noche adormece el barrio con su susurro dirigido a los gatos curiosos de ver si hay arena debajo del río. Todo el mundo le llama la vieja de los gatos, yo prefiero conocerla como la Pasionaria.

domingo, 23 de mayo de 2010

Sin ti


Tu recuerdo bastardo sobrevive en mi viejo sofá las tardes de domingo, cuando el tiempo se desliza lentamente entre mi porvenir y pienso que era cierto aquello de que el dinero lo es todo. Sin tu lucha no hay esperanza, sin esperanza no hay fe, sin fe no hay nihilismo, sin nihilismo no hay cinismo, sin cinismo no hay sonrisas diabólicas para sobrevivir al mundo exterior que me ve como un viejo títere sin capacidad de viajar hacía atrás y cambiar mi futuro con un desliz de ternura.
La ausencia de tus vestidos en el armario de mi hermano desviste el guión infeliz de un mañana incierto donde el miedo será el motor, y la muerte el destino inevitable de un caballero condenado a perder duelos sin capacidad de pedir vendetta. Vuelve por favor, aunque sea para decirme que estás con otro

jueves, 20 de mayo de 2010

La cara oculta del ocio


Encontrar la serenidad dentro del caos es el objetivo desconocido del hombre del siglo XXI: reencontrarse a sí mismo instantes después de conseguir parar el mundo y verse reflejado en un espejo roto por el aburrimiento. Esta situación es uno de aquellos momentos ausentes por la inmensa oferta de ocio que nos impide pensar acerca de nosotros mismos.
El ocio, el desconectar, el dejar de lado toda la realidad para hacer algo distinto, puede llegar a ser una excusa para eludir el verdadero problema: ¿nos complace nuestra realidad real? Esta pregunta es mejor olvidarla gratuitamente, como si no tuviera importancia, como si fuera una inquisición propia de una conciencia malformada por las rémoras ideológicas de una civilización en runas. El hombre contemporáneo piensa sobre el hombre contemporáneo siempre que sea desde una perspectiva exterior, dicho de otra forma, que no sea él mismo el objeto sobre el cual dejar al aire hipótesis futuristas.
Por eso necesitamos el ocio, porque precisamos de unos momentos donde los circuitos mentales tengan una muerte viviente. De todas formas, no confundamos el descanso con la verdadera muerte teniendo el ocio como el tiempo donde renuncio a pensar acerca de mi mismo. Llegados este momento, podemos besar la muerte a los labios sin ningún tipo de complejo. Será el fin.

lunes, 17 de mayo de 2010

Imágenes de una redención


El viejo Clint mira por la ventana buscando una vez más la historia de una redención. La trama olvidada donde el perdón sea el hilo conductor que nos lleve al momento de comunión perfecta del personaje con sí mismo. Su vida no autorizada está llena de momentos escondidos detrás de carteles de privacidad, donde el joven Clint, sin la experiencia de este viejo cowboy que deambula por los rincones de ayer viéndose culpable de sus faltas, llevaba las personas al límite para ver realzado un orgullo vacío y barato.
La madurez de Clint Eastwood director viene con sus abundantes películas acerca de personajes que a diferencia de Harry el Sucio, quieren ajustar cuentas consigo mismo, con sus pasados sórdidos que les han llevado a un presente sin más porvenir que aprender convivir con sus fantasmas pretéritos. Clint hace películas propias de áquel que quiere reivindicarse como persona.

viernes, 14 de mayo de 2010

Amar la vitalidad más que la nostalgia


El cantautor parece ser mejor cantautor cuando la efigie del fracaso es un perfume oculto detrás de sus canciones. El poeta parece ser mejor poeta cuando vende su desgracia al mejor postor sin esperar nada más a cambio que una absenta guardada con esmero detrás de una imagen mariana. Debido a estos tópicos perfumados con las ebrias flores de un mal francés, cuando nos encontramos delante un trabajo que destila el dulce líquido de una belleza optimista, como es el del cantautor Jorge Drexler, nos alegramos de ver que de las vivencias alegres podemos hacer buena música.
Drexler decide dejar de lado su admirada voz nostálgica de un pasado irrepetible, para recoger la belleza producida por el gusto del día a día, por el placer de ver el mundo transcurrir en medio de una trama que la amamos, y que haga que no nos importa el desenlace. El Drexler melancólico es un lujo, pero el Drexler vital que descubrimos en este nuevo disco, es un regalo gratuito de aquél que siempre busca reformularse a si mismo como artista. Gracias y felicidades.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Rendición


Siempre me rindo justo antes de ganar. El abismo de la victoria me da pánico, me corroe por dentro como si tuviera una golondrina incansable que va picoteando en mi interior buscando un diamante inexistente. Mi abuelo falangista a menudo me recordaba que el vencedor es un futuro perdedor porque nada más consigue el punto álgido del triunfo, solo puede ir hacía atrás y reencontrarse con los cadáveres putrefactos que había abandonado a los márgenes de la senda del éxito. Por eso me gusta perder, ser el eterno aspirante de una historia permanente inacabada donde las mieles del triunfo pasan a tientas por delante de mi habitación para remojar gratuitamente la del vecino. Los perdedores somos cobardes porque no queremos perder nada, pero también somos prudentes porque sabemos que el dolor de perder es mucho mayor que el placer de ganar. Una vez más, me rindo sin condiciones.

domingo, 9 de mayo de 2010

La sombra de los muertos


Cuando la noche entraba por las rendijas de una ciudad fantasmagórica, solía salir a la calle huyendo de la mirada silenciosa de los cuerpos que agujereé a balazos durantes los años de la guerra. Un tiempo donde morir era un acto heroico y solo los fracasados entraban en la nómina limitada de los supervivientes, aquellos que volvían a casa sin la menor intención de hablar de sus hijos del campo de batalla, sabiendo que el que puede hablar del poder de las balas no ha tenido la suficiente valentía para dar la vida por una causa que muy pocos recuerdan.
El rostro del miedo a la muerte lo pude ver en mis mocedades faltadas de hedonismo, y pienso que dichos atisbos volverán cuando este dormido para rendir cuentas con la misma frialdad que un mafioso sopla un vaso de whisky donde aún se puede oler la sangre fresca del último ajuste de cuentas. Por eso, cada madrugada huyo por un laberinto infinito de calles buscando un pequeño refugio donde saberme seguro, lejos de mi pasado y de mi mismo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La lección de Gramsci


En una época de soberbia intelectual donde el artesano del pensamimento inventa una especie de superioridad moral hacía el peón de estudios primarios, me viene en mente la idea de Gramsci donde igualaba el mentor intelectual del comunismo italiano, él mismo, con el último de los peones de la fábrica donde los piquetes buscaban en la lucha, la utopía inexistente del mundo ingenuo propuesto por Marx.
Gramsci, más allá de ser la fuente de inspiración de un Pasolini sublime y de formar parte de la estructura ideológica del siglo XX, nos deja para el XXI la humildad del intelectual que rechaza la senda de la soberbia de muchos profesores universitarios, que sedentarizados en sus cátedras regalan a precio de matrícula pública, dogmas personales creados por la deización de si mismos, provocado muchas veces por el exceso de sexo y la falta de amor. Por tanto, volvamos a Gramsci, pensamos y seamos personas, aquí yace el camino de la honradez del peón del pensamiento.

lunes, 3 de mayo de 2010

Interrogantes evangélicos


Cuando Sobrino escribe en sus cartas nostálgicas al recuerdo de Ellacuría acerca de esta civilización de la pobreza que el teólogo mártir pregonizaba durante sus años salvadoreños, uno tiene cierta envidía de alguién que sea capaz de vivir aquello que escriben entre el deseo y la utopía, com si para pedir no quedara, com si el Evangelio no fuera lo que es: un documento muy leído pero poco pensado.

Por otro lado, y seguindo con las frases acerca de la falta de profundiad evangélica de la población, decían de Juan Pablo II que era como el Evangelio, muy aplaudido pero poco escuchado. Uno, con los años, tiene pánico real de convertirse en uno de estos católicos occidentales que van vendiendo el Evangelio allí donde van como su pauta moral, como su guía particular para ser una persona decente, mientras en el secreto de su conciencia sabe que sería el joven rico que abrazaría el bienestar, la riqueza, la vida fácil, para eludir a la llamada exigente de un Dios que ahoga aprentando con mucha sutileza.

La noche cae sin dar tregua a la luz agonizante del día y las palabras de Ellacuría penetran en mi alma como interrogantes acerca de mi persona, de mi vida diaria, de los aplausos que brindé a Juan Pablo II en Madrid sin saber muy bien que quería decir aquello de no tengáis miedo. Ser cristiano es tan grande que uno siempre piensa que no es decente.

sábado, 1 de mayo de 2010

El placer de la muerte


La muerte nos emite mensajes sórdidos obligándonos a gozar de nuestra corta y eterna existencia. La finitud del mundo da paso a la singularidad, a la experiencia de aquello irrepetible que el tiempo salvaguarda en una caja de Pandora para protegerla de la curiosidad humana. La muerte es buena, necesaria y épica.
Borges nos presentaba en su relato La ciudad de los inmortales una serie de personajes homéricos incapaces de gozar de una vida eterna que se les ha convertido en una pesadilla sin fin, porque la falta de finitud, la ausencia de la muerte, se lleva con ella la singularidad de las experiencias, el gozo de vivir un momento que se sabe irrepetible. Por eso, el hedonismo, el vivir por el placer, necesita a la muerte a la vez que la ve como su máxima enemiga porque pone punto y final a la vida del homus placerus.
No nos equivoquemos, los que tenemos ciertos dejes hedonistas deberíamos hacer una apología constante de la muerte porque gracias a ella cada día es una fiesta. Dicho esto, reivindico un día al año en homenaje a la muerte porque, debido a su melodía muda, cada hora que pasa nos sentimos más vivos.