miércoles, 21 de abril de 2010

El espejo impúdico de los mil rostros


El silencio es el espejo impúdico de los mil rostros. Un fin de semana encerrado en un monasterio realizando unos ejercicios meditativos es la mejor forma de poner en cuarentena el rostro moribundo del animal malherido por el ritmo frenético del progreso. Encontrarse con uno mismo sin la necesidad de ser reconocido por los otros da respeto, porque sabes, que detrás del ser sociable y seductor que todos envidian, hay un hombre lleno de contradicciones con un anhelo autodestructor preocupante.
Por todo eso, porque uno mismo solo consigue reecontrarse conviviendo con si mismo lejos del murmullo de los compañeros de viaje de los fines de semana, y huyendo de las constantes aves de paso que han poblado tu cama con un perfume fresco y un pijama transparente, es recomendable realizar el ejercicio de tomarse unos días de vacaciones vitales para recuperar la verdadera vitalidad, la vida certera que hay detrás de las falsas visiones diarias que nos llegan desde los aparadores más luminosos de nuestra ciudad en cueros.

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