Nuestro pasado llora sin prisas en un vaso de vino tinto donde tu rostro de mañana se refleja manchado de sangre, sufriendo las heridas escondidas por el porvenir, huyendo de mi futuro hacía un espacio sin nada más que la misma nada recubierta por la duda del más acà. En este mundo irreal donde sobreviven tus esperanzas de un mañana mejor, hay una biblioteca con el último ejemplar del Confieso que he vivido de Neruda recostado a una edición desconocida de La Metamorfosis de Kafka ilustrada por un vagabundo, profesor titular de Harvard, especializado en el arte secular del siglo XX. Será en esta misma biblioteca de las letras escondidas donde intentarás encontrarme en las sombras de los grandes autores, en los epigramas mudos de un poeta nicaragüense, rezando a los dioses profanos por no volver a ver mi mirada destrozada por tu ausencia libertaria.
martes, 21 de junio de 2011
martes, 4 de enero de 2011
Seduciendo la madrugada
Noches de insomnio paseando por los barrios prósperos de una Barcelona operada por el bisturí del olimpismo, buscando una respuesta en las esquinas donde los niños pijos se descubren de nuevo aprovechando una luna oscurecida por nubes de polvo. La madrugada de la Barcelona universitaria y el fracaso del poeta maldito paseábamos huérfanos por la Bonanova buscando adinerados cuerpos de alquiler, donde el sexo desconocía el amor y las palabras dejaban paso a los hechos.
El mismo silencio nocturno adornecido por suaves motores daba libertad a la imaginación que resbalaba con una canción de Springsteen preguntándose si era real la covardía con la que anda el hombre prudente, el hombre incapaz de transitar como un trapezista alcohólico por el hilo de sus propios límites. En estos momentos donde la nostalgia soledad llegaba sin permiso durante este paseo nocturno, miraba a mi lado y la madrugada que me había prometido sin mirarme los ojos, llevarme a las puertas de la noche, había huído a brazos de otro desconocido porque mis poemas le parecían sosos.
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